Juicios, Concejo de Envigado, Décadas de 1960 y 1970
Alfredo Vanegas Montoya
Miembro de número del Centro de Historia de Envigado
En la rutinaria práctica de la navegación informática abrimos una ventana al pasado reciente para descubrir imágenes que han ayudado a marcar el rumbo de la grandeza envigadeña. Para estos JUICIOS nos asiste la condición de partícipes y actores de primera línea desde una curul y la Presidencia del Concejo, algún transitorio cargo burocrático, y la permanente militancia y representación en diferentes posiciones del Partido Liberal.
Mesa Directiva del Concejo de Envigado 1962 -1964. Presidente, Hernando Botero Barrera, Liberal Oficialista, del Frente Nacional; Vicepresidente Primero, Juvenal Mesa Tobón, Conservador Ospinista, del Frente Nacional; Vicepresidente Segundo, Alfredo Vanegas Montoya, liberal del “MRL” de Alfonso Lopez Michelsen. Fuente: Archivo personal del autor
Remontada la segunda mitad del Siglo XX, otros pobladores de Envigado ocuparon espacios generados por la creciente conurbación alentada especialmente por el Estado y por algunos constructores particulares. Tiempos diferentes exigieron métodos diferentes. Otra vitalidad alimentó el crisol donde se fundieron gentes y vertientes políticas que trascendían y, en veces, discrepaban de las corrientes tradicionales. Ideas distintas y gente nueva aceleraron el cambio. Conservadores y Liberales, Anapistas y Lopistas, desde el Concejo, impusieron el Nuevo Orden.
Con el presente recuento, pretendo destacar la dinámica de los hombres que participaron del Concejo Municipal y sus principales iniciativas, de la cual fui primer protagonista y observador.
Los sectores y partidos políticos que pasaron por el concejo fueron del partido liberal oficial, el partido conservador sectores Laureanista y Ospinista, la Anapo, Alianza Nacional Popular y el M.R.L. o Movimiento Revolucionario Liberal, liderado por Alfonso López Michelsen. Entre sus principales acciones tenemos:
Los hermanos Aniceto y Pedro Estrada, Liberales del Movimiento Revolucionario Liberal el uno y del Oficialismo Frentenacionalista el otro, reclamaron la ampliación de la escuela de su barrio y la creación de una Inspección de Policía.
Bernardo Agudelo y Delio Valencia, Conservadores Ospinistas, lograron que se autorizara el pago anticipado de los impuestos por parte de Coltejer (Rosellón) para invertir en la compra de la finca Villa Inés, a una cuadra del parque principal y a menos de quince pesos la vara. En ese predio se construyeron aulas económicas, se aprovechó la antigua casa de la finca y se instaló el Liceo Manuel Uribe Ángel.
A cambio del previo pago de los impuestos, las empresas eran beneficiadas con la congelación de sus tributos municipales y el Distrito, con esos recursos, desarrollaba obras de interés común.
El Anapista Antonio Carvajal invocaba la tradición minera, Liberal y titiribiseña de su padre como fundamento del acendrado espíritu social que demostró en el Sindicato de Trabajadores de Rosellón y en su comando político.
El Mayor Gabriel Upegui, gran caballero, agradeció la exención del impuesto predial para las casas adjudicadas a los oficiales de la Policía, y a la par con su gratitud por la solidaridad del Concejo, presentó excusas por haber ingresado sin saco al salón de sesiones.
Innumerables anécdotas enmarcan la actividad edilicia. Con ellas también se teje la historia de una ciudad industrial y culta. Ese tejido social está lleno de personajes que con gran desinterés, y superior carácter, ofrendaron lo mejor por el bienestar de propios y extraños, asentados en el terruño amado.

Desde la izquierda, Mariela Hoyos Gómez, Cecilia Caballero de López, Alfredo Vanegas Montoya y el Presidente Alfonso López Michelsen.Fuente: Archivo personal del autor.

Presidente Alfonso López Michelsen con Alfredo Vanegas Montoya, en 1962, en La Fonda Antioqueña de la Calle Maracaibo crucero Palacé, frente al Teatro Ópera, ahora Centro Comercial Ópera, Medellín. Fuente: Archivo personal del autor
El Mandato Claro del Presidente López Michelsen fue también defendido en el Concejo de la Ciudad Señorial por la bancada edilicia del M.R.L. Mas, no eran los incisos del articulado del Código de Régimen Político y Municipal la única preocupación de líderes y ediles. A la reforma administrativa, implantada con apoyo de la Dirección de Planeación Departamental y la guía de los técnicos Orión Álvarez Atehortúa, posterior Rector de la Universidad de Medellín, y Rodrigo Zapata Gómez, se agregó la modernización del matadero, la apertura de nuevas escuelas y colegios, la compra de equipo mecánico para obras públicas y aseo y la creación de la Dirección de Tránsito, cuya aprobación gestioné y obtuve, ante el Ministerio de Fomento, hoy de Comercio, cuando desempeñé, ad honorem, el cargo de Agente Fiscal de Envigado en la Capital de la República.
El quehacer municipal estaba asociado a las políticas nacionales trazadas por Laureano Gómez, Alberto y Carlos Lleras, Mariano Ospina Pérez, Gustavo Rojas Pinilla y Alfonso López Michelsen. Los dos últimos eran los voceros de la oposición al Frente Nacional, imperante por norma constitucional.
El primer golpe local fue dado con la elección para el cargo de Tesorero Municipal del Liberal Lopista Raúl Uribe Palacio, joven universitario seleccionado de terna presentada por la totalidad del Liberalismo. Este designó como Secretario General de la Tesorería al brillante joven Conservador Laureanista, Jaime Giraldo Urrego.
Las doctrinas del Movimiento Revolucionario Liberal de: Salud, Educación, Techo, Trabajo y Tierra, empezaban a fructificar, con el soporte en Antioquia de un Directorio liderado por Estanislao Posada Vélez, Jaime Isaza Cadavid, Donato Duque Patiño, Alfredo Vanegas Montoya, Absalón Estrada Vélez, Jaime Sierra García, Virgilio Vargas Pino, Jaime Velásquez Toro y otros importantes líderes de la colectividad bermeja. Envigado recogió esas banderas en un Comando Municipal presidido por Alfredo Vanegas Montoya, con Fabio Ramírez Restrepo como secretario, y los vocales Alberto Restrepo Mesa, Israel Rendón, Gabriel Calle Molina, Rafael Uribe, Álvaro Rendón, Arnulfo Parra, Gabriel Zapata, Luis Penagos, Abel Ramírez, Luz Inés y María Elena Montoya, Jairo Correa, Teresita y Luis Quintero.
La elección del Tesorero provocó el retiro del Cabildo de los liberales oficialistas y a los voceros del M.R.L. nos correspondió asumir la totalidad de la representación liberal en las Juntas Municipales. Era el preámbulo de lo que sucedería años más tarde cuando la Anapo, con mayoría relativa, logró el control de la administración.
Rafael Botero, Oficialista Liberal, hermano del médico y destacado Concejal Hernando, sumaba a su gestión regional una tradición de altísima beligerancia y acendrado liderazgo ejercido desde las aulas en la Universidad de Medellín, en el Comando de Juventudes y en el Directorio encabezado por Alberto Jaramillo Sánchez. Con su voto en la Asamblea Departamental, Rafael contribuyó a la venta del Ferrocarril de Antioquia. Esos recursos se emplearon en la creación del Instituto para el Desarrollo de Antioquia, IDEA. Luego desempeñó con brillo el cargo de Subcontralor Departamental y en ausencia del titular fue Contralor General de Antioquia.
En el Concejo, el Conservador Pedro Justo Londoño defendía la integridad presupuestal, y en su tradición azul, rechazó el cambio de nombre del Colegio de varones Jesús María Mejía, regentado por los Hermanos de la comunidad de San Juan Bautista de La Salle.
Se produjo un conflicto de tal magnitud con la nueva denominación, que el Concejo debió allanarse para mantener la convivencia ciudadana y permitir así que las becas para los estudiantes de menores recursos fueran pagadas. Esa fue parte de la génesis del Liceo Manuel Uribe Ángel en su segunda época.
El trabajo en el Cabildo Municipal era generalmente armonioso. Aprobados los Proyectos de Acuerdo en primer debate pasaban a diversas comisiones para su análisis jurídico, económico, presupuestal y, ante todo, el real beneficio común. Al Concejo lo asistía, y lo debe asistir siempre, la protección de los recursos públicos, y la concepción del servicio a los semejantes.
Corriendo el riesgo de olvidar actores importantes citaremos algunas personalidades que para cumplir con el mandato popular procuraron el desarrollo y engrandecimiento de Envigado: Humberto Escobar Palacio, con diligencia, consagración y excepcional don de gentes, presentó proyectos, atendió comisiones y se anticipó al futuro al poner en práctica el que ahora es emblema de la transnacional 3M “jamás mató una idea”. Le madrugó a la concertación.
La vocería del Corregimiento de Sabaneta, en el Cabildo, era nutrida: Mariela Palacio, Mario Montoya, Octavio Trujillo, Juvenal Mesa y Aníbal Calderón, “Don Justiniano”, entre otros. Sus requerimientos eran mínimos: Ampliar y mejorar la vía de unión entre Sabaneta y la cabecera o el centro de Envigado. Dotación y reparación del mobiliario escolar. Canalizar la quebrada La Doctora para proteger a los ribereños de las caudalosas crecientes. Adecuación de la Inspección que era la sede del Corregidor, llamado Alcalde por los sabaneteños, e Inspector por los envigadeños.
En las Juntas Municipales y de Acción Comunal se destacaban: Herminia Mesa de Montoya, Demetrio Palacio y Primitivo Leal, todos bajo la protección de María Auxiliadora y la bendición del Cura Párroco, Ramón Arcila Ramírez.
Capítulo aparte merece el Jurista y Edil Horacio Álvarez Mejía, servidor permanente de su tierra a la que dispensó entrañable afecto compartido con el amor a su familia y al Liberalismo. Su capacidad y liderazgo no lo tentaron jamás. Rechazó múltiples ofertas para ocupar dignidades nacionales y, por la presión de copartidarios y amigos, aceptó un renglón en la Asamblea Departamental. Sin duda las obras más importantes desarrolladas por la municipalidad en la segunda mitad del Siglo XX, llevan la impronta del Doctor Alvarez, como afectuosamente se le conocía. La Ciudad Señorial tiene pendiente un reconocimiento a esta figura cimera.

Alfredo Vanegas Montoya y Alfonso López Michelsen. Fuente: Archivo personal del autor
Para contrarrestar la influencia Anapista, el gobierno central ilustró a los Alcaldes para que defendieran el statu quo, pero muchas veces fueron vencidos por sobresueldos y gabelas dispensados por los nuevos amos del presupuesto. En la órbita de Envigado el cambio no se limitó a nuevas caras en los vehículos oficiales.
Se creó la Contraloría Municipal que fue encomendada al Abogado Lopista Bertulfo Ocampo, debidamente capacitado para el cargo, pero descalificado porque su elección fue producto de una coalición política diferente a quienes tradicionalmente detentaban el poder local.
Para la agilización de la función pública se dispuso la compra de equipos de oficina de avanzada tecnología, sin gravar en exceso las arcas distritales. Un rojista meteco, Aurelio Velásquez, ocupó la Tesorería. La Personería fue encomendada al exconcejal Jaime Echeverri González, varón de recio carácter, apreciado y respetado por propios y extraños.
Iniciamos desde el Concejo y con la participación de todos los líderes y la ciudadanía, dos obras cimeras que es importante destacar, la Unidad Deportiva y la Institución Universitaria proyecto este último que, después de fallidos intentos con diversos Centros de Formación Superior, fue exitosamente culminado al lograr el Municipio las autorizaciones respectivas del Gobierno Nacional con la importante gestión del Senador Envigadeño Álvaro Vanegas Montoya.
Es este un breve capítulo de la historia política, que solo pretende servir de inicio para un futuro complemento por las nuevas generaciones de historiadores, dotadas ahora de novedosos recursos y fuentes de información que permiten un mejor y mayor análisis e interpretación para el registro y conocimiento de personas, hechos y lugares que integran nuestro panorama cultural, económico, político y social.




