Aurelio Carvajal Salazar
Falleció, el jueves 8 de Julio de 2021, el Profesor Aurelio Carvajal Salazar, Maestro y formador de la juventud de Envigado para Colombia. En Mundo al Día honramos la memoria de «Don Aurelio» y presentamos nuestro saludo de solidaridad a la familia Carvajal González.

PALABRAS DE DESPEDIDA A DON AURELIO CARVAJAL SALAZAR Pronunciadas por el Alumno de Don Aurelio, el Exsenador Envigadeño ALVARO VANEGAS MONTOYA
MI MUY QUERIDO Y APRECIADO MAESTRO :
Don Aurelio Carvajal Salazar nuevo habitante del cielo, Gloria a Dios. Esta frase la acuñé para informar a mi familia y amigos el deceso de don Aurelio.
Quiero ahora presentar unas respetuosas y sentidas palabras de despedida. O mejor, unas palabras de bienvenida a ese cielo.
La partida de un ser querido es el comienzo de un camino de luto, un camino lleno de significados, pensamientos y hermosos recuerdos.
Las palabras iniciales me surgieron sin necesidad de pensarlas, brotaron en mi mente sin requerir reflexión alguna. Creo que fue un encendido automático del concepto que surge por la persona a quien nos referimos.
Luego, al reflexionar sobre las palabras que debía decirle en este triste evento, me pregunté cuál fue la motivación para esa primera frase y la respuesta fue contundente: Es que don Aurelio fue un hombre absolutamente bueno. Bueno de la bondad que se expresa sin adjetivos y sin adornos. Bondad que no se identifica ni con perfección ni con santidad. Es la bondad que se predica para referirse a un ciudadano intachable, buen esposo, buen padre, excelente abuelo y respecto a mí y mis compañeros de estudio un excelente profesor, que digo… mucho más que profesor un maestro. El maestro.
Conocí a don Aurelio hace más de medio siglo, 60 años para ser más exacto.
Los compañeros de nuestra generación tuvimos la primera noticia de Don Aurelio a inicios de la década del sesenta del siglo anterior cuando nosotros adquiríamos los primeros conocimientos y él ejercía como rector de la escuela Rosellón. Esa escuelita adorada donde recibimos las primeras letras y donde se dieron los primeros pasos para nuestra formación. Allí con la señorita Carolina Fernández, Don Gilberto Duque, la mona Uribe y en la sección de niñas la magnífica envigadeña Filonila Alvarez, Carmen Hincapié, entre otras, con sus instrucciones y especialmente con su buen ejemplo formó don Aurelio una inmensa camada de hombres y mujeres que en el futuro asumirían los destinos de la patria.
Veíamos los alumnos en Don Aurelio a un señor que irradiaba en su mirada una absoluta cara de dignidad. Para enseñarnos, para instruirnos y hasta para reprendernos siempre nos miraba a los ojos. Sus palabras siempre fueron generosas y de respeto. Tenía por estilo personal un comportamiento y un lenguaje que obligaba al interlocutor a creer en lo que le decía y si era para reprender por algún comportamiento equivocado sus palabras conducían a que uno siempre terminara arrepentido con sinceridad.
Lo recordamos como ese personaje sabio en la enseñanza y justo en el castigo.
Para referirme a la historia de vida que construimos y compartimos con don Aurelio necesitaría miles de cuartillas, eso lo dejo para el anecdotario futuro. Cuando tuvimos capacidad de conocer el mundo por fuera de las aulas y comentábamos sobre los maestros, era común escuchar que a nuestro querido don Aurelio había que colocarlo en el mismo pedestal que la historia le tiene signado a esos grandes maestros de la humanidad como San Juan Bautista de La Salle o San juan Bosco o San José de Calasanz o Jean Piaget. No fue el profesor de tiza y tablero, fue más que eso, un gran educador, un conductor de la infancia. Don Aurelio se dedicó a observar el comportamiento del niño analizando los conceptos de inteligencia y aprendizaje para fabricar a través de sus propias experiencias un ser social que en el futuro fuera un verdadero ser útil infundiendo el respeto por los demás haciendo entender que todos teníamos que ser comprometidos con el beneficio común. O sea que para él no podíamos ser unos sabios inteligentes para unas notas ni para reconocimiento personal sino unas personas parte de la familia y garantía para la sociedad.
Tuvo la fortuna de encontrarse para formar su hogar a una persona parecida a él con todos los elementos necesarios para convertirse en su verdadero complemento. Doña Consuelo González, una persona de esas de las que se dice en el lenguaje popular que es más buena que el pan.
Ha sido doña Consuelo compañera, confidente y cómplice de don Aurelio en sus ejecutorias. Formaron en pareja una de esas familias ejemplares dignas de imitar y merecedores del aprecio de familiares y conocidos.
Esos años de vida en común con su esposa dejan innumerables historias de amor y recuerdos bonitos e imborrables que permitirán mantener a don Aurelio con vida como el hombre bueno que fue y servirán de paliativo para la merecida resignación. Doña Consuelo: las lágrimas de dolor son razonables, recojamos esas lágrimas y convirtamos el dolor en alegría para brindar por la vida de don Aurelio.
Hoy el cielo está de fiesta y allá en la puerta los familiares y amigos que lo antecedieron, encabezan el coro celestial.
Personalmente tuve la fortuna de gozar la amistad y el afecto de mi profesor durante toda su vida. Era muy común que me encontrara con él por las calles de Envigado por donde se paseaba de la mano de su entrañable hija quien lo acompañó siempre: esa compañía paterno- fraternal era ejemplar en nuestra ciudad. Fueron muchas las veces que gocé de sus historias y sus anécdotas en los amables tintos que compartimos en mi oficina. Me honró con sus visitas frecuentes. No lo olvidaré y se lo agradezco Don Aurelio. Las enseñanzas que me brindó de niño fueron garantes de mi formación como persona. El buen ejemplo, el consejo permanente sirvieron para alimentar la vocación de servicio que usted mismo me enseñó.
Apreciado y querido don Aurelio: deja usted este mundo para descansar en un lugar pacífico. Ese lugar donde ahora usted reside, está colmado de cielos azules desde donde vigila a todos los seres queridos que deja en este mundo: aquí estamos sus exalumnos que para usted siempre fuimos como unos hijos, su inseparable esposa doña Consuelo el amor de su vida, y sus hijos y sus amigos para rendirle un último homenaje. Lo extrañaremos mucho.
En nombre de la Sociedad, de sus amigos y de la familia en reconocimiento por haber formado ese hogar ejemplar, damos a don Aurelio en señal de despedida un merecido, fuerte y sincero agradecimiento y simbólicamente por su vida y su bondad un sonoro aplauso.
Que descanse en paz.
Con afecto, respeto y agradecimiento
ALVARO VANEGAS MONTOYA

